Macho cabrio corre de cumbre en cumbre con los ojos vendados, se esconde y se ríe, a veces se cree estatua, pasa horas perpetuas sin pestañear; un juego solitario y narcisista. Otras veces arrulla a los conejos y en un descuido les roba una pata y se la cuelga de amuleto.
ilustración de david correa
1 comentario:
y las cabrias
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