Tan desprotegida se sentía, a ella le parecía como si fuera el puente entre lo íntimo y lo profano. Lupita, la vecina le decía que pecaba de ególatra, ella lloraba su amarga transparencia. Los acontecimientos que se sucedieron tiempo después, fue una mera casualidad –para ella era causalidad-. Enrejaron su vergüenza y desdicha y por fin sonrió complacida.
martes, 18 de agosto de 2009
lunes, 17 de agosto de 2009
domingo, 2 de agosto de 2009
Cada tarde se sentaba a contemplar el paso de las horas; rutina algo silenciosa e imperceptible. Nadie notó cuando empezaron a caer sus dientes, ni el blanqueamiento de su cabello, tampoco nadie notó cuando sus hábiles manos dejaron de tejer aquellas trenzas de eternas soledad, ni cuando dejó de faltarle el respeto a la escritura y nadie supo cuando se le nublaron los ojos y su banal divertimiento dejó de serlo.
Nadie solía ser buena compañía, ahora llora su soledumbre.
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