Simio jazzista pide plata afuera de un puterío, sueña con ser proxeneta, la trompeta, sólo –de solamente- le a traído desdichas. Pasa las noches tocando el bronce en amarga letanía, de vez en cuando alguien le lanza una moneda, en gesto tímido la recoje la guarda en un pañuelo. Él ya no recuerda, ni los buenos tiempos de jungla y risotadas con los monos, se le olvidó el olor a selva viviente, la selva que pisa es una broma de cemento, una humorada a sus ancestros, un día será proxeneta.
ilustración de Serge Cordovson
2 comentarios:
Huelo a selva...
...pero igual
:P
vamos a la caverna a invernar?
mañana nos esperan en el nido tuyo :)
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